Hoy hablaremos de “Programación”.
No me refiero a lo que se hace en empresas como Google o Microsoft, sino de lo que se hace para lograr un cierto objetivo, para tratar de tener un futuro mejor o simplemente para hacer la vida más sencilla.
Programar pasado y futuro
El título de este artículo es muy simple: «La importancia de la programación en la cultura china.»
En España y Occidente en general no tenemos una relación tan marcada con estos conceptos, programar demasiado las cosas no está bien visto.
Siempre se dice que hay que vivir el presente y no pensar demasiado en el pasado o el futuro.
Lo que no se dice es que el presente no existe porque es demasiado fugaz, porque el pasado se convierte instantáneamente en el futuro, dándonos la sensación de poder controlar nuestra vida cuando en realidad somos esclavos del pasado y el futuro.
Esto lo han comprendido los chinos de manera inconsciente.
Además, el símbolo del Tao lo indica también: algo que mediante un movimiento giratorio se transforma en otra cosa, sin solución de continuidad.
Una de las diferencias entre el pensamiento occidental y el oriental refleja también este concepto: Occidente vive la historia como una eterna mejora, un eterno esfuerzo por mejorar tanto como sea posible.
Muchas veces incluso ignorando y abandonando el pasado para centrarse en el futuro, sea como sea.
Oriente ve las cosas de manera diferente. Para un chino todo es parte de una única cosa, un ciclo eterno de transformación que alterna épocas de prosperidad y otras difíciles.
Es una eterna respiración que alterna ciclos de inhalación y exhalación, y un eterno equilibrio entre opuestos.
Junichiro Tanizaki, en su “Libro de sombra”, explica que Occidente elimina uno de sus opuestos y vive constantemente en busca de la luz; pasa del fuego a la vela, luego a la lámpara de aceite y de ahí a la electricidad.
Oriente por su parte acepta la luz y la sombra y sigue usando linternas en la actualidad porque generan ese efecto de luces y sombras tan representativo de su propia cultura.
Pero cuando todo se transforma y nuestro pasado se convierte en nuestro futuro, ¿qué podemos hacer para tener un mínimo de control?
La respuesta es simple: “Programar”.
¿Qué significa «programar» en una cultura como la china?
¿Qué entendemos por el término programar?
Es innegable que vivimos en una época dominada por la gratificación rápida e instantánea, en la que se dejan de lado los esfuerzos y compromisos a largo plazo para centrarse en la felicidad momentánea, rápida y efímera.
Pensemos en la importancia que damos al número de ‘me gusta’ en una foto de Facebook o al número de suscriptores de nuestro canal de Youtube.
Hemos dejado de lado la importancia de esforzarse día a día para lograr un objetivo a largo plazo y, al mismo tiempo, nos burlamos y denigramos a quienes trabajan día tras día para lograr su meta.
No digo que la Ayi o el campesino chino escapen a este concepto que prevalece en todo el mundo, sino que en China todavía hay personas que se esfuerzan día a día para lograr sus objetivos.
La programación es algo inherente en el ADN de los chinos.
Es un país que cada cinco años elabora un «Plan Quinquenal» para determinar su propio desarrollo económico, pero sobre todo es el país que produjo el tratado llamado “El arte de la guerra” (Sūnzǐ Bīngfǎ, 孫子兵法).
El arte de la guerra es uno de los tratados militares más antiguos de la historia. Se compone de trece capítulos que abarcan diversos aspectos de la guerra, pero también se aplica a muchos otros aspectos de la vida, tales como la economía, la realización de negocios, gestión de empresas, etc.
Uno de los puntos clave de este tratado es el concepto de programación, es decir, la necesidad y capacidad de preparar cuidadosamente todos los aspectos y detalles de una batalla.
Cuando todo, incluso lo inesperado, se ha analizado y planificado, ganar la batalla se convierte en algo obvio y seguro.
En Occidente existe la figura del héroe, que mediante un movimiento imprevisto, da la vuelta a la situación y hace que las cosas vayan a su favor.
No hay nada de programación en todo eso. El héroe, gracias a su astucia (Ulises) o a su fuerza (Aquiles) logra cambiar las tablas y vencer la batalla o la guerra.
En las películas occidentales se ve a menudo a personajes que, de la noche a la mañana, precipitadamente, dejan su trabajo y van a vivir a lugares exóticos como Hawaii o similares.
En las películas chinas hay pocas situaciones de ese estilo. Las imprudencias, precipitaciones e improvisaciones son poco afines a la cultura china.
Incluso los chinos que decidieron cambiar de vida e irse al extranjero (hace veinte o treinta años), lo hicieron planificando sus objetivos.
Por ejemplo, iniciar su propio negocio a los dos años, hacer venir a su familia a los cuatro, comprar casa a los seis, etc.
Y perseguían cada objetivo con dedicación y constancia.
Programar y preparar es algo muy importante en la vida de los chinos que quieren o deben alcanzar sus objetivos mediante un esfuerzo continuo.
Y, ¿quiénes son algunas de estas personas tan laboriosas? Los estudiantes.
Los estudiantes de la República Popular China son un grupo de personas que, desde edad temprana, se centran en un objetivo y se esfuerzan, a veces incluso en contra de su voluntad, para lograrlo.
Podemos identificar al menos dos objetivos importantes:
- Aprender chino (cada país, de hecho, debe enseñar su lengua a los jóvenes);
- Aprobar la prueba para entrar en una universidad china (el infame Gaokao, 高考).
Estos dos objetivos se pueden agrupar en un conjunto denominado «Educación».
La importancia de la educación
Aprender la lengua china es muy difícil, y mucho más para un niño de cuatro o cinco años. Al ser tan complicada, los niños chinos se ven obligados a comenzar su estudio desde una edad temprana.
Desde el jardín de infancia se les inicia en la lectura y escritura del chino y, al terminar y comenzar la escuela primaria, deben ser capaces de reconocer al menos 3.000 caracteres.
Haciendo una equivalencia, podemos decir que 3.000 caracteres son el número que un extranjero medio logra leer (que no necesariamente escribir) tras tres años de estudio a tiempo parcial y con una buena base de partida para intentar aprobar el examen HSK de quinto nivel.
Para un niño chino es importante comenzar desde una edad temprana, tanto por la dificultad inherente del idioma como por la competencia a la que se enfrenta.
Sabemos que hay muchos chinos y que los jardines de infancia y colegios están repletos de alumnos que tienen más o menos las mismas habilidades, capacidades y facultades intelectuales.
Lo importante es llegar a ser mejor que otros, destacar del grupo a fin de tener más oportunidades al crecer y abrirse camino al llegar a la edad adulta.
Y es por este motivo que desde la infancia, y gracias a los crecientes recursos financieros de sus padres, están inscritos en cursos de caligrafía, piano, danza, etc.
Imagina la cantidad de estrés que tiene que soportar un niño de seis o siete años, con clases hasta tarde, que vuelve a casa y tiene que ir a clases de piano dos días a la semana, de lecciones de caligrafía dos días más de la semana, recuperar matemáticas los días restantes y practicar la escritura de caracteres chinos hasta tarde.
Porque por desgracia, el chino no es un lenguaje que se aprenda a leer y escribir de un día para otro, pues carece de alfabeto para formar sílabas y palabras.
Tienes que aprenderlo todo de memoria.
Hay que reconocer que requiere mucha dedicación y sacrificio.
Pero ¿de qué sirve todo esto? Está bien aprender el idioma, pero ¿de qué sirve aprender bien matemáticas o física?
Es bien sabido que desde temprana edad, se asusta a los niños chinos y se les previene de un acontecimiento en particular que, quieran o no, tendrán que afrontar durante el último año de escuela superior: el temido 普通高等学校招生全国统一考试 ,o, simplemente, Gaokao (高考).
El Gaokao es un examen nacional que deben hacer los estudiantes del último año de secundaria para determinar a qué universidades nacionales podrán ir una vez se gradúen.
Es un examen establecido en 1952 que suele llevarse a cabo en el transcurso de dos días. Al final del examen, se compila una lista nacional según las puntuaciones obtenidas y a través de esta lista se accede, en caso de que la puntuación sea lo suficientemente alta, a la universidad elegida.
Como China es un país en rápido desarrollo y muchos de los padres o abuelos de los jóvenes estudiantes han pasado de ser agricultores a trabajar en empresas, huelga decir que la Universidad se considera el principal camino para garantizar una vida feliz y próspera al hijo o nieto.
En Occidente hemos aceptado que la universidad no es siempre sinónimo de un futuro garantizado.
Pero en China, incluso teniendo en cuenta el gran número de oportunidades de empleo, tener un título universitario está muy bien visto.
Sobre todo porque implica haber recorrido un camino de metas y sacrificios a largo plazo.
Y es el sueño de tener un futuro próspero y tranquilo el que lleva a los jóvenes estudiantes, apoyados por sus padres, a esforzarse día a día.
Conscientes de ello, las escuelas se dedican a «preparar» a los chicos para el examen más importante de sus vidas.
Empiezan a una edad temprana estudiando materias como matemáticas, inglés y aprendiendo muchos caracteres chinos, asisten a clases por las tardes de repaso, recuperación o mejora o a cursos extraescolares que les permiten obtener puntos de bonificación durante el Gaokao.
El último año de la escuela secundaria está dedicado por completo a la preparación del examen.
El Gaokao es tan importante que, durante los días en que se lleva a cabo, las obras viales en las inmediaciones de los centros de examen se detienen, se desvía el tráfico y está prohibido el uso del claxon en las inmediaciones (a los chinos les gusta mucho usar el claxon, pero mientras se celebra el Gaokao, dejan de usarlo como por arte de magia).
Gran cantidad de padres se ausentan del trabajo para acompañar a su hijo o hija al examen. Los padres esperan a las puertas mientras tiene lugar. Los programas de noticias nacionales hacen entrevistas en las sedes de las ciudades más relevantes.
Es la prueba más importante de sus vidas, la que tal vez decida su futuro.
Para hacer frente a semejante estrés, se preparan durante años, paso a paso, con esfuerzo.
No hay nada remotamente comparable en Occidente ni en el resto del mundo.
Es obvio que el sistema tiene muchos puntos críticos, pero no es momento de hablar de ello.
¿Existen otras vías posibles?
Quiero concluir con algunas alternativas que han surgido durante los últimos años.
Aunque la mayor parte de la población joven china opta por presentarse al Gaokao, en los últimos años y debido al aumento del nivel de vida de muchas familias, ha surgido una alternativa.
Es, tal vez, menos estresante, pero precisa del mismo esfuerzo y programación.
El Gaokao solo permite acceso a universidades estatales, por lo que lo máximo a lo que puede aspirar un estudiante es a la Universidad de Tsinghua, la Universidad de Beijing, etc.
Estas universidades, pese a ser las mejores de China, siguen estando un paso por detrás de las mejores universidades del mundo (Harvard, Yale, MIT, etc.).
El «plan» es bastante simple.
Una familia rica o de clase media-alta puede llevar a su hijo a la escuela primaria y secundaria en China para que aprenda asignaturas como las matemáticas o la física y le enseñen una actitud dispuesta hacia el estudio.
Esto se debe a que, pese a su dificultad, el sistema escolar chino es muy bueno a nivel mundial.
Cuando termina la escuela secundaria, la familia compra una casa (hablamos de familias ricas) en un país extranjero (por ejemplo, Estados Unidos) e inscribe a su hijo en un instituto de allí.
El joven chino estará muy por delante de sus nuevos compañeros en materias científicas y, por su forma de pensar china, estará más predispuesto al estudio y llenará en pocos años sus lagunas de inglés.
Tras el instituto, podrá inscribirse en universidades de prestigio como Harvard o MIT.
Obviamente, es una opción idealizada y el chico tendrá que soportar mucha presión, aunque será menor que la que tendría si tuviera que prepararse para el Gaokao.
Además, los padres o al menos uno de ellos tendría que mudarse al nuevo país con el hijo.
En cualquier caso, se estudia y analiza bien cada camino antes de tomarlo.
Todo se prepara y planea con mucha antelación.
Tal vez sea una forma de controlar los acontecimientos.
Es el pasado que se convierte en futuro.
La continua transformación de las cosas.
El eterno fluir de los acontecimientos.