Experiencia en un spa chino de lujo

Spa lujo chinaSpa D-Club, Shenzhen, China

Hay infinidad de centros de masaje y spas para elegir en Shenzhen, y todos ofrecen una experiencia muy diferente a la que podemos encontrar en un típico spa de hotel de lujo occidental. Doy clases en una academia de inglés privada en Shenzhen, y Sylvia, una de mis encantadoras alumnas chinas VIP, se ofreció con gusto a llevarnos a mi compañero Ian, a otro amigo inglés Chris y a mí a uno de los spas de lujo en Shenzhen conocido como D-Club, en el distrito Futian, cerca del lago Xiangmi.

Sylvia nos informó que podíamos quedarnos 24 horas tras nuestra llegada. Sólo había que llevar ropa de baño, lo demás nos lo proporcionarían allí. Me causó intriga y al mismo tiempo cierto temor, así que, para no llevarme sorpresas, decidí echar un vistazo en Internet para saber a qué atenerme.

Para mi sorpresa, el sitio web disponía de versión en inglés y me tranquilizó saber que «slow down my always busy footsteps» (frenaría mis pies siempre ocupados) y que «surely be unable to control my joyance from the bottom of my heart» (seguramente sería incapaz de controlar la alegría desde el fondo de mi corazón). Vale, más chinglish que inglés, pero quedé impresionada por las instalaciones y decidí que esta aventura china sería una buena escapada de la vida urbana de Shenzhen.

Sylvia nos recogió a los tres a la hora acordada y al rato llegamos a lo que parecía un castillo de temática Disney, saliendo de la carretera Qiaoxiang y cerca del metro de Xiangmi en la línea Shekou. Aparcamos entre Lamborghinis, Ferraris y Porsches matt black antes de entrar a la extravagante zona de recepción.

Resultó que más que un spa, era un complejo de lujo. D-Club es un centro de ocio con golf, spa, catering, habitaciones, piscina exterior y cubierta e incluso zona de playa. Cuenta con 9.000 metros cuadrados y un edificio al estilo de los castillos europeos de ocho plantas que alberga las instalaciones interiores.

Preparativos

Apenas tuve tiempo de asimilar la inmensa zona de recepción, pues me separaron de los hombres y me llevaron a la zona de mujeres. Había una taquilla y un dispositivo localizador. Descubrí lo útil que podía llegar a ser más tarde. Luego me mandaron a las duchas para una radiestesia obligatoria. A continuación, dos ayudantes de taquilla me midieron para elegir la talla de la especie de pijama color salmón que llevaría durante las próximas nueve horas. Creo que me dieron uno demasiado grande pero pensé que sería mejor no quejarse a estas alturas.

Agradecí la presencia de Sylvia y su ayuda con el idioma. Sola habría sido un poco intimidante, ya que nadie hablaba inglés. Sortear el laberinto interno se asemejaba a una visita a IKEA. ¡Una vez dentro, no había forma de salir! Conseguí perderme entre las duchas y la zona para cambiarse cuando paré un momento a tomar un vaso de agua. Por suerte, una amable empleada china del spa me ayudó a llegar hasta mi taquilla. Supongo que me vio pinta de extranjera inútil necesitada de ayuda.

Sylvia no tenía muchas ganas de bañarse otra vez, así que pasamos de largo las piscinas para mujeres del spa. Debo decir que eran un poco decepcionantes en comparación con las fotos de la zona de baño al estilo romano que disfrutaban los hombres.

ir a un spa en chinaZona de spa masculina, Spa D-Club, Shenzhen

Lujo VIP con localización incluida

Hicimos un tour rápido por las instalaciones antes de dirigirnos a una pequeña sala VIP con cuatro sillones abatibles, tres televisores y un asistente personal que nos trajo gran cantidad de platos con fruta fresca, todo incluido en el precio. Mientras esperábamos a que el asistente «localizara» a los hombres, Sylvia me contó historias de su infancia cuando ella y sus amigos corrían de un lado a otro descalzos, un contraste enorme con la riqueza acumulada de la que disfrutaba gracias al auge de Shenzhen.

Los hombres se unieron a nosotras al fin, después de evitar sus dispositivos de localización más de lo esperado. Como teníamos hambre, decidimos comer antes de los tratamientos. Pasamos media hora con una «organizadora personal de comidas» que nos enseñó, implacable, todos los platos que ofrecían de un interminable menú con fotos. Entre los cuatro, elegimos lo que parecía una cantidad alarmante de comida. Es algo que he experimentado a menudo al comer con chinos, tal vez porque aún no han asimilado la idea de que hay comida abundante disponible sin restricciones en las ciudades.

Poco después nos escoltaron al restaurante. Me resultó extraño que nos llevaran por unas escaleras de servicio y una especie de salida de incendios hasta conducirnos como intrusos a la parte de atrás del restaurante. Ni siquiera descubrí la razón pero me quedé más tranquila al ver que incluso los propietarios de Ferrari llevaban los pijamas de colores. Algunos parecían tener un diseño algo más elegante, pero básicamente eramos todos camaradas compartiendo almuerzo sin importar la clase y el dinero.

Habíamos pedido una gran cantidad de comida pero estaba buena y había platos deliciosos. Para bajar el almuerzo, decidimos jugar al ping pong. Tal vez fuera por ser occidentales, no estoy segura, pero nos volvieron a llevar por un callejón y una salida de incendios hasta llegar a una sala con billares y mesa de ping pong.

Ya no me importaba lo absurda que estaba con el pijama porque surgió mi vena competitiva y me enfrenté a Sylvia en un partido de ping pong muy igualado mientras los hombres jugaban al billar.

Entonces llegó el plato fuerte del día.

Relajación colectiva

Nos permitieron por fin usar las zonas de acceso y escaleras principales como a todo el mundo y nos dirigimos al área de relajación colectiva, equipada con más de cien sillones abatibles. Creo que había también al menos cien esteticistas y masajistas realizando limpiezas, dando masajes y atendiendo cada deseo de sus clientes.

Masaje en un spa en chinaSylvia y Chris disfrutan de la zona de relajación colectiva

¡Era como entrar en primera clase de un 747 en un vuelo nocturno con China Airlines! Cada sillón contaba con cómodas almohadas, una manta, una pantalla de TV y una mesita donde servían más fruta. La iluminación era tenue y familias enteras parecían prepararse para pasar la noche. Los padres arropaban a los niños y disfrutaban de un masaje en los pies o una manicura mientras veían una película.

Tratamiento de masaje chino – no apto para cardíacos

Fue distinto a cualquier experiencia previa, pero estuvo bien y fue incluso reconfortante. Pronto estábamos ocupados con otro menú, esta vez de tratamientos de spa. Sylvia fue muy generosa e insistió en los masajes de 90 minutos. Anhelaba un masaje relajante con aromaterapia para volver luego a mi cama a dormir.

Pero lo que ocurrió no era lo que esperaba. Nos guiaron a mi compañero Ian y a mí a una habitación romántica para prepararnos para nuestros masajes, uno al lado del otro, como en esos preciosos spa tailandeses en los resorts asiáticos de cinco estrellas. Ajenos al protocolo, nos quitamos nuestros «uniformes» del spa, nos cubrimos con toallas y nos tumbamos en las camas de masaje a la espera de nuestros 90 minutos de placer.

Sin embargo, para nuestro estupor, entraron dos jóvenes masajistas en la habitación y gritaron horrorizadas, tapándose la cara con las manos. Ver a dos occidentales en toalla les resultaba abrumador y chapurreando inglés nos tendieron nuestros uniformes del spa. Mediante gestos, nos indicaron que debíamos ponérnoslos inmediatamente y que no era en absoluto necesario desvestirse. Nos quedamos bastante avergonzados, sin poder explicar nuestra incómoda situación.

Lo que siguió a continuación (tal vez como castigo) fueron los 90 minutos más dolorosos de mi vida. Me han dado masajes en diferentes países pero éste fue, sin duda, el más extenuante. Debimos haberlo supuesto al oír los gritos de dolor de las habitaciones adyacentes. Intenté convencerme de que debía ser bueno para mí, pero, honestamente, tuve que tomar analgésicos los dos días siguientes. Al parecer habíamos reservado un masaje chino y no el masaje de aromaterapia relajante que esperábamos.

Advertencia si visitas un spa: los tratamientos se suelen cobrar como extras en los centros más caros y se espera que pagues propina, algo bastante común en China. Nos dieron un papel para firmar al final del masaje con tres opciones de propina para elegir. La más cara eran 100 yuanes, la mitad del precio del tratamiento.

La tarifa de acceso de 200 yuanes puede parecer tentadora, y si sólo usas la zona de baño del spa y las camas de relajación colectiva no está nada mal. Pero es difícil decir que no a la enorme cantidad de tratamientos que se cobran como extras. Si sumas las propinas, la comida y la bebida, el precio va aumentando cada vez más. Pero claro, si eres frutívoro sobrevivirás fácilmente las 24 horas con toda la fruta que reparten gratis.

Limpieza de oído

Ian y yo volvimos aturdidos a nuestros sillones y encontramos a Sylvia y a Chris sucumbiendo a un masaje de piernas algo menos doloroso. Vi cómo le limpiaban los oídos a alguien y me ofrecí voluntaria a otra sesión de tortura china. En realidad no estuvo tan mal y pude estar sentada y charlar con los demás mientras introducían instrumentos de limpieza en mis oídos. Descubrí que era mejor no intentar ver lo que sucedía y quedarme muy quieta para evitar una perforación de tímpano.

Con increíble precisión, la terapeuta inserta extrañas herramientas en los oídos para extraer la cera y cualquier resto de suciedad que encuentre. Es una sensación diferente, como un ligero cosquilleo en el interior del oído y no pude decidir si me gustaba o no. Pero al transcurrir 30 minutos, escuchaba con más claridad.

Seguía fascinada por los preparativos para pasar la noche. Era como una fiesta de pijamas gigante. Sylvia me explicó que algunos chinos usan los spa como hoteles cuando paran en alguna ciudad o antes de tomar un vuelo para irse de vacaciones o viajes de negocios. Disfrutan de instalaciones de cinco estrellas por mucho menos y no parece importarles dormir junto a otras 100 personas. También es muy popular entre la gente de Hong Kong que pasan la frontera para una visita de fin de semana al spa.

Como trabajábamos al día siguiente, decidimos no pasar allí la noche y nos dirigimos somnolientos al aparcamiento a medianoche. Fue una gran experiencia, distinta a lo que había imaginado y disfruté de una salida sin otros occidentales a la vista.

¿Cuánto costará?

Hay distintos niveles de spa chinos disponibles y D-Club es, definitivamente, uno de los más caros. La mayoría cuestan 200 yuanes e incluyen estancia de 24 horas, acceso y uso de la zona de spa y las camas de relajación. La variedad y el precio de los tratamientos varían dependiendo de la calidad del spa y las instalaciones disponibles. Nuestro masaje de 90 minutos costó 198 yuanes más la propina y la limpieza de oído, sólo 68. Algunos centros incluyen masajes básicos de cuello y espalda, mientras que otros cobran por todos los tratamientos. En todos se espera que pagues propina. Recuerda también que la higiene y la limpieza mejorarán mientras más caro sea.

Si quieres probar un spa, intenta convencer a un amigo chino para que te acompañe la primera vez y así evitar el estrés. También podrá recomendarte los centros que tengan mejor reputación.

Para más información sobre D-Club en Shenzhen visita su sitio web: Sitio web del spa D-Club

¡Escríbenos si tienes alguna sugerencia!

Photo Credits: Photos by Vanessa Anderson

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