Viaje a Kinmen, la isla donde el tiempo transcurre lentamente

Viaje a Kinmen

Kinmen (Jīnmén en mandarín, conocida también como Quemoy en inglés, derivado de la pronunciación en Hokkien) es una isla administrada por Taiwán (República China) y reivindicada por China (República Popular China) de la que dista apenas 2 km. El acceso desde China ha estado vetado a extranjeros hasta 2008.

Así que la primera vez que aterricé en una Kinmen recién abierta, no tenía idea de qué esperar. Vivía en Xiamen desde hacía un par de años y durante las vacaciones de verano me gustaba observar con curiosidad su costa distante, perfectamente visible desde la playa.

A menudo oí hablar de este lugar a través de las historias de la gente del lugar: me impactaron sobre todo las de algunos temerarios que, en el pasado, corriendo el riesgo de ser derribados por las balas de ambos lados, iban allí por la noche en pequeñas embarcaciones para visitar a familiares de los que habían estado separados durante años. No sé cuánta parte de verdad había en esas historias, pero inevitablemente fantaseaba con aquella isla tan cercana pero inalcanzable.

Durante casi 60 años Kinmen era inaccesible, con playas completamente minadas o llenas de restos de metralla. No era precisamente una imagen de postal. El único modo de intentarlo legalmente era por avión desde Hong Kong o directamente desde Taiwán, en un viaje tortuoso y paradójico (para llegar a un lugar que estaba a 2 km de distancia, habría tenido que recorrer mil). Pero para los chinos tampoco era fácil llegar a Kinmen.

En 2008, el gobierno de la República Popular adoptó una política de visados restrictiva y muchos expatriados como yo se vieron obligados a realizar los llamados «visa run», es decir, salir de China para volver a entrar con un visado nuevo o con un sello de entrada que permitiera extender su estancia 30 días más. Para mí significó 9 horas en autobús a Hong Kong, una noche en una casa de huéspedes microscópica y otras 9 horas para la vuelta o, como alternativa, un costoso vuelo.

Cuando al fin los gobiernos de China y Taiwán acordaron abrir el acceso a Kinmen directamente desde Xiamen, no solo se alegraron los chinos, sino también muchos expatriados: la distancia de unos 2 km que me separaba de este territorio «ocupado» por Taiwán, estaba ahora abierta también a los extranjeros, ahorrándonos el largo viaje a Hong Kong.

Así que el acceso a esta isla se abrió de repente y me dirigí lleno de expectativas a Kinmen armado con una tabla de body board y una toalla para el visa run, o cómo convertir un aburrido asunto burocrático en un día de playa sin preocupaciones.

Al llegar, recuerdo el entusiasmo de toda la gente con la que me encontraba: desde el embarcadero hasta el pueblo hubo una sucesión de sonrisas y saludos de bienvenida y los jóvenes se dirigieron a mí en inglés. Fue un momento histórico para los isleños. Volví 5 veces más, el tema del visado mejoró y ya no era necesario el visa run. Un par de años más tarde me mudé al norte.

Desde entonces han cambiado muchas cosas. Kinmen se ha convertido en un destino importante para el mercado turístico de China y la presencia de un extranjero ya no es una novedad. A pesar de esto, la isla ha logrado mantener ese encanto de Finis Terrae que me llamó la atención la primera vez y eso me ha impulsado a regresar repetidas veces.

Kinmen ayer

La pequeña isla fue escenario de sangrientas batallas. En 1949, el Ejército Popular de Liberación de China desembarcó y lanzó un ataque, pero pronto se encontró frente a la tenaz resistencia de las tropas taiwanesas.

Tras violentos enfrentamientos, China se retiró y dejó el terreno al ejército de Taiwán. En los años siguientes continuaron los altercados con repetidos bombardeos, especialmente en la segunda mitad de los años 50. Los ataques continuaron hasta los años 70, con episodios esporádicos hasta mediados de los 80.

Debido a este clima de conflicto, Kinmen llevaba décadas cerrada a la China continental, una condición surrealista pues pertenece geográficamente a la cercana provincia de Fujian con la que comparte clima, cultura e idioma. Al ser una zona cálida por excelencia, fuertemente militarizada y lejos de Taiwán, no pudo disfrutar del boom económico que vivió Taiwán desde los años 60 y China desde los años 90.

Esta situación dio como resultado un crecimiento económico lento y el mantenimiento de una cultura isleña indígena, algo similar a lo que sucedió en Cuba pero a una escala infinitamente menor.

Kinmen hoy

Un aspecto positivo de este aislamiento forzado ha sido la preservación de buena parte de las casas tradicionales. Mientras que en otros lugares se producía una rápida modernización mediante la destrucción de edificios artísticos y culturales, aquí, salvando la destrucción causada por la artillería de China, una buena parte ha permanecido intacta y aún se puede visitar hoy en día. De hecho, en las aldeas hay hermosos edificios que datan de la dinastía Qing y Ming, perfectamente restaurados y aún habitados.

La isla tiene un aspecto rural con colinas salpicadas de pueblos. La única ciudad real se llama Jincheng y ofrece un poco de vivacidad y color para quienes prefieren un entorno urbano con tiendas y restaurantes. Hay varias playas y la mejor es sin duda la de arena fina en la costa este, cerca del aeropuerto, reconocible por los restos de un viejo tanque.

Es aquí donde durante el oleaje es posible encontrar surfistas locales muy sociables. Una vez tuve la oportunidad de conocer a un grupo de militares que hacían surf. Según ellos, este deporte fue importado por soldados estadounidenses destinados en Taiwán durante los años 70.

Cuándo ir a Kinmen

Gracias al clima subtropical es posible visitar Kinmen durante todo el año, sin embargo, desaconsejo los meses de verano debido al calor y el período inmediatamente anterior debido a las lluvias. Los mejores meses son los de otoño, desde finales de septiembre hasta finales de diciembre. El otoño es perfecto para bañarse o hacer surf. Puede haber violentos tifones de junio a octubre y, en ese caso, todas las conexiones se interrumpen, incluso durante varios días.

Por qué ir a Kinmen

Kinmen es el lugar ideal para aquellos que desean relajarse y escapar durante unos días de la multitud y el caos de las ciudades chinas. Es un lugar rodeado de naturaleza, por lo que atrae a los amantes de los paseos, a quienes disfrutan explorando en moto o en bicicleta, a los que les gusta fotografiar la vida de las aves migratorias, y por supuesto, a quienes adoran el mar.

Cómo llegar a Kinmen

Desde China: desde Xiamen por barco (30 minutos).

Desde Taiwán: desde Kaohsiung y Taipei en avión (una hora o menos).

Para ver los horarios de los ferris rápidos para el trayecto Xiamen-Kinmen puedes consultar la siguiente web.

Documentos de viaje

Es necesario un pasaporte con al menos 6 meses de validez, pero no hace falta visado (siempre que tengas un pasaporte de un país para el que no sea necesario un visado en Taiwán). Al llegar, te emiten un permiso de 90 días.

Si planeas regresar a China, debes tener un visado de entrada múltiple con una entrada aún válida o un permiso de residencia.

Idioma

Taiwanés (Hokkien). El chino mandarín se habla en todas partes. El inglés está muy extendido entre los jóvenes, pero no entre los lugareños de mayor edad.

Cómo desplazarse por Kinmen

La isla es muy pequeña y se puede ir en autobús público o taxi. Si posees carnet de moto, te aconsejo que obtengas un permiso internacional para poder alquilar una moto en Jincheng y viajar a lo largo y ancho de pueblos, playas y colinas boscosas.

De hecho, las motos se alquilan incluso mostrando solo el pasaporte si pagas en efectivo. El problema es que, en caso de accidente, el seguro no te pagará.

Si eres un romántico como yo, toma un mapa en el puerto de llegada y deja descansar tu móvil y Google Maps durante unas horas.

Hacer autostop aquí es una opción divertida y segura (lo he probado personalmente).

Dónde alojarse en Kinmen

En los últimos años han proliferado muchas casas de huéspedes gestionadas por familias, algunas muy hermosas, ya que se encuentran en edificios tradicionales de piedra y ladrillo, con el techo de cola de golondrina típico de la zona. Luego están los clásicos hoteles utilizados principalmente por los operadores turísticos para grupos, algunos hostales e incluso gente del lugar que aloja gratuitamente a través de couchsurfing.com.

Para reservar con antelación, recomiendo Agoda.com, Booking.com o, si hablas bien chino, Qunar.com.

Cuánto tiempo quedarse en Kinmen

Depende de lo que quieras hacer. Para una visita general y un baño, un día es suficiente, pero para una experiencia más hermosa te harán falta al menos un par de días. Obviamente, quienes quieran desintoxicarse del ajetreo diario también pueden optar por estancias más largas.

Qué hacer y a dónde ir en Kinmen

La mejor manera de disfrutar de la isla es alquilar una moto y perderse en el campo y las aldeas. La gente es amistosa y solícita, pero, aunque te pierdas, te resultará muy fácil volver a orientarte.

¡Lo peor que te puede pasar es terminar en una playa aislada en medio de un entrenamiento militar! Me pasó una vez, pero tras el asombro inicial, tanto yo como los soldados nos reímos y me alejé enseguida a hurtadillas.

El ambiente del lugar es muy relajado e induce a una lenta exploración: lo que viene a ser slow traveling.

Shuitou es el pueblo más característico. Esta bonita aldea tiene una gran variedad de edificios de estilo occidental y Hoklo, es decir, con techos de «cola de golondrina» comunes en todo el sur de Fujian. Las casas más interesantes son la residencia Deyue y la villa de Youtang, una antigua escuela. Muchas de estas casas fueron construidas por acaudalados mercaderes chinos que habían hecho fortuna emigrando al sudeste asiático durante los siglos XIX y XX.

La Pagoda Wuntai de forma hexagonal se considera uno de los edificios más antiguos de Taiwán. Data de 1387 y fue erigida en nombre del emperador Hongwu de la dinastía Ming, con objeto de honrar a las deidades celestiales.

Los túneles Jhaishan son testimonio del pasado turbulento de esta isla. Están completamente excavados en granito, se extienden hasta el mar y fueron diseñados para refugiar a los barcos durante los bombardeos del ejército chino.

La tienda de aperitivos Jindaodi está situada en un precioso patio fujianés llamado Dǐngjiè Shíbā Zhīliáng, y sirve pequeñas ostras cultivadas en la zona, tanto en tortilla como en sopa. Debes probar las dos.

El pueblo de Jhushan es otro ejemplo de delicadeza arquitectónica por obra de los emigrantes chinos enriquecidos en Filipinas. Las viviendas de la pequeña ciudad tienen una elegancia difícil de encontrar en la China continental actual.

Los observadores de aves están de suerte, pues hay numerosas oportunidades de observación en zonas de naturaleza húmeda en el interior de la isla.

Qué comer en Kinmen

La comida de Kinmen es más o menos igual a la de Fujian y Taiwán: marisco, pescado, albóndigas de pescado con sopa, tortilla de ostras, fideos en salsa de cacahuete, bolas de arroz envueltas en hojas de bambú, etc. La tríada clásica son estos aperitivos:

  • Bànmiàn (fideos en salsa de cacahuete)
  • Ròuzòng (bolas de arroz glutinoso con castañas, carne de cerdo y varias legumbres envueltas en hojas de bambú)
  • Hǎilì jiān (tortilla de ostras)

Productos típicos y recuerdos

Licor de sorgo llamado Kāoliang (Gāoliang en mandarín, un auténtico revienta-intestinos) y cuchillos artesanales que supuestamente están hechos con los fragmentos de los misiles que cayeron durante el bombardeo chino.

Son típicos del lugar los aperitivos dulces hechos con cacahuetes o semillas de sésamo, muy apreciados y sabrosos, similares a nuestro turrón.

Peligros

Las playas no están vigiladas por salvavidas. No te aventures a entrar al agua si la mar está picada o cuando hay marea, pues las corrientes en el Estrecho de Taiwán pueden ser muy fuertes. Nunca entres en el agua ni juegues con las olas en la orilla durante o justo después de un tifón (no tiene sentido, pero hay personas que lo hacen y cada año alguien se deja la vida). Los nativos tienen la curiosa costumbre de no respetar las señales de tráfico y no ponerse el cinturón de seguridad.

Hay zonas no cercadas en las que se realizan entrenamientos militares; las señales de prohibición no siempre son visibles y es obvio que no tienes autorización para acceder. Si lo haces por error, sonríe, discúlpate y márchate inmediatamente.

El desminado masivo de los últimos años ha limpiado la zona de la costa frente a China, pero como precaución, pregunta siempre a los lugareños sobre la posible presencia de explosivos bélicos sin detonar si tienes intención de aventurarte a zonas alejadas.

Photo Credits: Creative Commons License DSC_9487 by BoonHui & Sandy

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