En el imaginario colectivo, China es indudablemente famosa por su carácter sagrado y su misticismo, vinculado a las filosofías antiguas que nacieron allí hace milenios, y que sitúan a la naturaleza en el centro del universo y de la vida del hombre.
La imagen de los templos taoístas en las cimas, los picos de las montañas que se elevan entre mares de niebla o el amanecer a dos mil metros en Oriente, donde sale el sol, no existen solo en el imaginario colectivo; en China es posible vivir estas experiencias.
Reciben el nombre de Wuyue (五岳, los cinco grandes montes de China). Se encuentran en distintas zonas del país: el monte que se halla más al norte (Heng Shan, en Shanxi) dista 1.600 km del que está más al sur (Heng Shan, en Hunan), y casi 800 km de Hua Shan, en Shaanxi. Es interesante observar en el mapa su geometría casi perfecta, pues cuatro de las montañas forman un rombo y la quinta se encuentra en el centro (Song Shan, en Henan).
En la parte este del ‘rombo’ se encuentra el principal y más significativo de los Wuyue por su importancia histórica: El Monte Tai (o Tai Shan, 泰山).