Ocho de agosto, siete de la mañana.
El clima en Fushun es irreal: hace un calor de locura y una humedad exorbitante. El cielo es una mazcla de gris y amarillo y hay polvo por todas partes. Estamos listos para la excursión. Destino: Benxi Shuidong, las cuevas acuáticas más famosas de todo Dongbei. Viajamos a la china, con horarios chinos, compañeros de viaje chinos, olores chinos y, como era de esperar, molestias chinas.
Despierta el alba, doy un trago de leche de una bolsa (sí, aquí la venden en bolsas) y fumo deprisa un cigarrillo, chino también. Esa clase de tabaco muy apreciado (para ellos), pesadísimo y apestoso que te ofrecen cada dos por tres. El objetivo en mi mente es muy claro: remover el intestino para hacer mis necesidades en casa y no en una letrina pública china. Consigo rápido mi propósito: doce minutos en la taza del váter de mi casa y medio kilo de jiaozi fuera. Tiro tres veces de la cadena para que el agua del váter se quede bien limpia.
Digresión: Siempre me he preguntado por qué el agua del grifo – en Fushun – apesta a repollo. Aún no he hallado respuesta. [Leer más…]